Buscar la reducción de la desigualdad de mujeres y grupos vulnerables es una de las misiones que tiene el proyecto. A través de las capacitaciones de la organización, las mujeres son empoderadas para impulsar prácticas agroecológicas.
Autora: Carla Sánchez @carlai.sanchez
Estudiante de Periodismo de la Universidad Casa Grande
Desde tiempos ancestrales, las mujeres han sido las pioneras en la agricultura. En varias culturas, ellas fueron las primeras en domesticar plantas y animales, desarrollando técnicas de cultivo que colocaron las bases de la agricultura moderna.
Con el tiempo, esto se ha transformado y son los hombres quienes lideran las actividades agrícolas. En Ecuador, el 29,7% de las mujeres trabajan en la agricultura, a diferencia de los hombres que representan al 32,9%, según la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo acumulada del año 2021.
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Carmen Guzñay, ingeniera agrónoma y capacitadora de la Fuente, asegura que las charlas que reciben estas mujeres por parte de La Fuente si ayudan a que ellas se empoderen y tomen un rol más activo.
Ella recuerda el testimonio de Jéssica Zavala, quien vive en Manabí y asistía con regularidad a los talleres, pero su esposo nunca la acompañó. Hasta que una temporada no tenían dinero para comprar los agroquímicos del suelo, y fue entonces cuando ella vio la oportunidad para poner en práctica lo que había aprendido.
Aunque su esposo estaba dudoso al principio, realizaron los fermentos de forma natural y al final lograron un mejor resultado que con los agroquímicos que usaban antes. Ahora él se convirtió el mayor defensor de los fermentos porque funcionó, y a raíz de esto, él también comenzó a asistir con regularidad a las charlas.
También menciona que ser capacitadora de varios proyectos, como La Fuente, le ha brindado uno de los mayores aprendizajes sobre la fortaleza y resiliencia.
«He aprendido mucho de ellos. Los agricultores tienen una gran fortaleza para levantarse, porque a veces lo pierden todo. Ellos siempre dicen, hay ocasiones en que siembran por cultivo y pierden todo y vuelve el ciclo y vuelve a intentarlo. Nunca se dan por vencidos, o sea que mejor ejemplo que eso no hay», menciona la Ing. Carmen Guzñay.
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LA EDUCACIÓN, CLAVE DEL EMPODERAMIENTO
Miriam Martínez, de 40 años, reside en Jerusalén, un sector de Pedro Carbo. Ella forma parte de una organización de agricultores. Un día, entre esas capacitaciones, le sugirieron crear una asociación de mujeres agricultoras para que ellas mismas puedan organizarse, plantar los productos que deseen y establecer los temas de formación. Aquella sugerencia encendió una chispa en Miriam, y así nació la asociación de productores agropecuarios Mujeres Emprendedoras El Talento de Cascajar, en la cual ella es la presidenta.
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Al inicio, cuando era una mera idea y la asociación no estaba legalizada, eran más de 60 mujeres quienes formaban parte. Sin embargo, con el paso del tiempo muchas decidieron retirarse e incluso le afirmaban a Miriam que “como van las cosas, no iban a lograr nada porque varias compañeras se están retirando”.
A pesar de la salida de muchas compañeras y los comentarios desesperanzadores y negativos, nunca fue un desánimo para Miriam, quien sabía que el proyecto tenía que continuar.
“Vamos a salir como grupo y como mujeres vamos a salir adelante, ustedes se acordarán de esto”, fue una frase que repetía constantemente a sus compañeras.
Al oficializar la asociación, comenzaron con dos proyectos: un huerto orgánico y la comercialización del maní.
El Proyecto La Fuente tiene como objetivo reducir la desigualdad hacia las mujeres y los grupos vulnerables. Al llegar a Pedro Carbo, una de sus acciones sostenibles fue priorizar la formación. Así, desarrollaron capacitaciones integrales que permitieron a la asociación iniciar un proyecto de huerto orgánico.
A lo largo de estos dos años, han cultivado hortalizas, tomates, cebollas, pimientos, zanahorias, rábanos, entre otros productos.
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El maní para ellas es muy familiar porque es un producto por el cual han recibido varias capacitaciones y conocen todo el procedimiento para transformarlo en diversos alimentos como pasta de maní, maní dulce o mantequilla de maní. Sin embargo, no contaban con los equipos necesarios para poder procesar el maní, pero esto cambió cuando fueron beneficiadas por uno de los fondos concursables de La Fuente.
Esos recursos asignados ayudaron a la financiación de tres máquinas: un molido, horno tostador y la peladora de maní, y además les otorgaron una mesa de metal.
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“Para nosotras fue de mucha alegría contar con el apoyo al proyecto, porque sabíamos cómo se procesa y se hace, pero no teníamos la maquinaria. Entonces para nosotros es de mucha ayuda, porque gracias a esas máquinas en futuros meses, ya vamos a obtener el maní desde nuestros propios medios”, relata Miriam.
Antes de la llegada de las maquinarias, ellas adquirían el maní, lo procesaban y finalmente salían a venderlo en las diversas zonas de entrega, tanto en Guayaquil como en Pedro Carbo.
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Miriam recuerda que al inicio hubo ocasiones en que sintió que el proyecto se venía abajo y el futuro se veía muy incierto, pero hoy en día se siente muy agradecida con el proyecto La Fuente, porque la misión de la asociación puede continuar y más proyectos que beneficien a las familias pueden seguir desarrollándose.
“Yo siempre les he dicho que cuando uno quiere lograr algo, tiene que proponérselo y estar seguro de que uno lo quiere o lo que se propone, porque uno lo consigue” menciona ella.
Y ante la discriminación que existe en las comunidades rurales, asegura que hay que demostrarles a estas personas que, como mujer, sí puede salir adelante y no solo los varones tienen la potestad de decir: ‘tú no puedes’ o ‘tú no sabes hacer esto’, porque como mujer puedes lograrlo y decidir también.
Las capacitaciones brindadas por el proyecto La Fuente han ayudado a las mujeres rurales como Miriam y Jessica a empoderarse y superar las barreras existentes. Al proporcionarles las herramientas necesarias, estas mujeres fortalecen su rol en la agricultura, logrando expandir su potencial y promover un futuro más equitativo y próspero para todos.